¿Recuerdan cuando las redes sociales eran una herramienta meramente social? ¿Recuerdan esos momentos en los que te llegaban aquellas notificaciones al abrir el Tuenti o Myspace? Yo tampoco.
Ha llovido mucho desde el nacimiento de las plataformas sociales y no voy a negar que su evolución ha favorecido inmensamente a las empresas como un método de mostrar su actividad para llegar a sus [potenciales] clientes.
Hablamos de herramientas meramente sencillas de usar a nivel usuario, y con [aparentemente] no tantas diferencias a nivel empresa, y es aquí donde empieza el problema.
¿Qué problema? Pues que cualquiera puede jugar a ser dios.
Veo empresas que basan un paquete de comunicación únicamente a través de redes sociales, y que tienen la desfachatez de vender planes de marketing. Sí, sí, planes de marketing, empresas algunas, que ni siquiera tienen web activa (no bromeo), empresas que viven de bancos de imágenes y luego hablan de marketing de contenidos; hablan de branding y son incapaces de respetar su propia imagen; ¿en qué parte del plan de marketing ponía que las publicaciones de Facebook aparecería el copy en dos idiomas visible a todos los usuarios? Léase la ironía.
Es que no puedo, de verdad, no puedo con ello.
En 3COM Marketing por generar contenido de calidad, único y exclusivo para cada cliente, preparar y seguir unos protocolos, trabajar respetando una identidad corporativa, conviviendo entre códigos hexadecimales, memorizando incluso algunos de ellos, fotograma va, gestión viene… ¿Y se supone que me tengo que conformar viendo como empresas crean una publicación en el perfil de empresa de Instagram y lo duplican en Facebook y se quedan tan panchos pensando únicamente en el día de cobro al cliente? Y los pagos por transferencia únicamente, me la juego. Toma servicio al cliente. It’s happening, folks.
¿Estoy diciendo empresas? Perdón, quiero decir figuras individuales. Me creo una fan page, un perfil de empresa en Instagram, un naming cool y ya puedo decir que tengo una empresa de marketing. It’s happening!
¿Y de quién es la culpa? La culpa es tuya, Mark, la culpa es tuya Mark Zuckerberg, puesto que has creado una droga que la sociedad se inyecta en vena y se reproduce dentro de éstos, de ambiciosos “empresarios” que basándose en su adicción social, se creen capaces, se creen con los conocimientos, se creen que lo que les genera estas dosis de consumo social les hace ser aptos para llevar las riendas de una empresa a nivel digital. ¿El problema? Que el empresario no lo sabe y encasilla a todas las empresas en un mismo paquete, en este caso, incluso te consideran “informáticos”. ¿Saben que una vez nos llamaron para arreglar el internet de una empresa? O para poner equipos a punto. Si yo les contara… It’s happening!
Y a todo esto…
¿Qué pasará entonces, cuando el cliente dé por preguntar al proveedor que quiere escalar puestos en los resultados de búsquedas de Google? ¿Qué pasará cuando quieran saber sobre sus keywords transaccionales y su relación con el CPC? ¿Y qué cuánto es el CPC, CPM o el CTR en una campaña? Espera que igual se asustan y lo buscan ahora por si les pasa. ¿Qué pasará cuando el cliente pida análisis de resultados? ¿Y el estudio, análisis y seguimiento de la competencia? ¿Integración entre el mundo offline y el online? ¿Y qué pasará cuando le dé por hacer click en un anuncio de remarketing en páginas de terceros y lo quiera para su empresa? ¿Y cuándo pida una foto igual a la que ve en el Facebook de su proveedor siendo ésta, descargada de un banco de imágenes?
¡La culpa es tuya, Mark!